Entradilla

Las afortunadas Islas Canarias desde una peculiar mirada hacia sus lugares más emblemáticos, su gastronomía, su historia, sus gentes y sus costumbres

lunes, 28 de diciembre de 2009

Gran Canaria, la isla gayfriendly


En Maspalomas hay dunas con arena juguetona. Si te quedas quieto sientes cosquillas según cambian de forma. No es el único atractivo del sur de Gran Canaria. Hay otro gancho más poderoso. Un secreto a voces, difícil de comprender a la luz del día.

Leer más en: Suite 101. Por Raquel

domingo, 20 de diciembre de 2009

Corrupción en 'Tijarana Beach'

The New York Times habla de Canarias. Y no por buenos motivos precisamente. El asunto podría dar lugar a un nuevo episodio de aquella serie de los 80, Corrupción en Miami.


[Una competición de surf en Pozo Iquierdo. Foto: John Carter/PWA. Extraida de The New York Times]

"Las 55 turbinas que se observan desde la plaza de Pozo Izquierdo son el símbolo blanco de una creciente industria, del potencial de la zona para las energías limpias y... de la corrupción. La ciudad de Santa Lucía de Tijarana [Gran Canaria], sede de un Grand Slam del campeonato mundial de windsurf, se dio de bruces este año con un vendaval inesperado. Una larga investigación de la Guardia Civil ha descubierto innumerables irregularidades en el plan municipal para construir un nuevo parque eólico. Ahora, el alcalde, cinco concejales y dos de los encargados de desarrolo del parque se enfrentan a cargos criminales que incluyen tráfico de influencias, malversación de fondos, apropiación indebida de tierras y soborno. ¿El motivo? Hasta 40 millones de euros en subsidios de la Unión Europea"

Si a alguien le interesa saber más, aquí está la noticia entera: "With Wind Energy, Opportunity for Corruption".

Hay cosas que son iguales en todos sitios.

viernes, 18 de diciembre de 2009

El guiri-gay del sur de Tenerife

Otros lugares de la isla por los que ya nos hemos dejado ver están localizados en el sur; me estoy refiriendo a las playas de los Cristianos y las Américas. Aunque las montañas también están allí presentes, el tiempo es mucho más cálido que en el norte de la isla (algo curioso, ya que apenas se encuentra a unos 70 kilómetros).

A lo Usain Bolt con clásica bolsita playera. Foto: Auro

Basta con contemplar los complejos de apartamentos y hoteles para darse cuenta de que aquello son zonas exclusivamente turísticas. De hecho, la arena de estas playas (artificiales) no es negra, como sí lo es la del resto de playas de la isla (debido a su origen volcánico).

Playa de los Cristianos al atardecer. Foto: Auro

Pero lo que más llama la atención de estas zonas es la increíble abundancia de guiris. De hecho, podría decirse que allí sólo hay guiris –fácilmente identificables por su piel blanca retocada con los tonos colorados provocados por la incidencia de los rayos solares-, y algún que otro tinerfeño trabajando en los restaurantes –aunque me dio la sensación de que la mayoría también estaban regentados por extranjeros-.

Periódicos británicos, escandinavos y alemanes; restaurantes italianos, chinos y ‘fish & chips’; hospitales de la cadena internacional Hospiten… En definitiva, nada que sorprenda a quien ha pisado alguna vez Benidorm o Torrevieja.

Playa-ladrillo-montaña. Foto: Auro

Frente a este turismo clásico, impulsado allá por los 60 en toda España por el inmortal don Manuel, parece que las autoridades locales –tal y como puede leerse en esta noticia- están apostando cada vez más por los colectivos de gays y lesbianas, quienes ya conocen a Tenerife como ‘la isla amable’. Incluso me he topado con una ‘guía gay’ de la isla.

El mar no entiende de barreras, como tampoco las tendencias. Foto: Auro

Está claro que los tiempos cambian en todos los aspectos y también en el turismo; los guiris fueron el pasado y comparten el presente con los gays, quienes posiblemente serán el futuro. Lo bueno de Tenerife, según estamos comprobando, es que hay para todos (turismo guiri, turismo gay, turismo cultural, ecoturismo…); y eso nos gusta.

Puesta de sol al sur de Tenerife. Foto: Auro

martes, 15 de diciembre de 2009

Cuéntame cómo pasó

Siempre que vamos con el coche subiendo y bajando estas interminables montañas y nos encontramos con uno de los muchos pueblecillos desperdigados que hay por aquí, pienso, ¿cómo vivirían estas gentes hace 50 años?; ¿qué comerían, si casi no parece haber tierra cultivable?, ¿cómo sería ir de un lugar a otro por estos caminos?.

Sé que se puede decir lo mismo de un montón de sitios de la Península, pero realmente creo que la vida aquí debía ser dura, muy dura. Menos mal que acompañaba el clima.

Buscando un poquillo de historia, me he encontrado con varios archivos de las Islas que han decidido digitalizar sus archivos. Una maravilla. Disfruten de las fotos.

¿Tenerife o Cuba?


"Santera. Serie 'Gente de mi barrio'. Autor: Tito Álvarez (José María González Álvarez) (1916)"
Pues parece que las tierra no es productiva, pero nada más alejado de la realidad.


Documento Original: Memoria de Canarias

Al final, las mujeres siempre tienen que tomar la iniciativa.


"Acorralado. Serie: 'Son gente de mi barrio' .Autor: Tito Álvarez (José María González Álvarez) (1916)

A la misa, de negro riguroso


Puerto de la Cruz, ciudad de vacaciones

Pese a que apenas hemos visitado cuatro ciudades de Tenerife, ya no nos queda ninguna duda: el lugar más feo de la isla (y posiblemente también de todas las Canarias) es Santa Cruz. Carece de belleza alguna e incluso de playa, pero su posición estratégica y su enorme puerto le sirvieron para hacerse con una capitalidad que bien merecería cualquier otro lugar de los que hasta ahora hemos conocido.

Llegamos a esta conclusión tras visitar el pasado fin de semana Puerto de la Cruz, una preciosa ciudad costera situada en el norte de la isla que cuenta con preciosas calles y edificios de típico estilo canario, con sus bonitos patios y balcones.

Foto: Koppchen

Es impresionante la violencia con la que rompen las olas en sus rocosas orillas y la gran cantidad de gente que puebla sus calles (suponemos que éste es el motivo por el que Santa Cruz se queda desierta durante los fines de semana).

Foto: Fev

Además, sus plazas y parques son muy acogedores y cuenta con templos y jardines dignos de más de una fotografía. También nos gustó su gran oferta gastronómica, con restaurantes para todos los gustos a unos precios desconocidos para cualquier peninsular.

Foto: Jens Steckert

Aunque odio a los que se manifiestan contra el aborto, también me gustó toparme con un grupo de personas que pedía firmas contra la nueva ley (en Santa Cruz el movimiento asambleario es inexistente, la mayoría está concentrado en San Cristóbal de la Laguna, y eso, aparte de dejar la ciudad desierta de jóvenes, hace que nos esté resultando más difícil de lo previsto conocer gente y hacer amiguitos).

Foto: Koppchen

Por si esto fuera poco, en Puerto de la Cruz también saben montárselo para atraer a los turistas, razón por la que cuentan con una Oficina de Turismo (todavía estoy buscando la de Santa Cruz) y razón también por la que a alguien se le ocurrió montar el Loro Parque (un lugar parecido al Zoo en el que seguramente nos dejaremos caer en más de una ocasión a lo largo de este año).

Foto: Afrank99

Posiblemente lo mejor de todo es que esta ciudad está justo al lado de la Orotava (otro lugar del que he oído hablar bien a todo el mundo) y apenas tardamos 20 minutos en llegar desde Santa Cruz, ya que todo el camino es autovía. En fin, que éste será uno de los lugares a los que enviaré a todo aquél que nos visite, ya que Santa Cruz no merece más de una mañana, lo que se tarda en recorrer la calle Castillo (algo así como Preciados), la Plaza de España, la Plaza del Príncipe de Asturias y el Parque García Sanabria.

Por cierto, pasaremos la Nochebuena en la isla de El Hierro, un minúsculo lugar en el que nos han dicho que la gente desaparece a partir de las siete de la tarde, así que empezaremos a concienciarnos de que va a ser prácticamente imposible que Papá Noel se deje ver el pelo por allí.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Los Alpes tinerfeños

Una vez asentados, y aprovechando el Puente de la Constitución, decidimos emprender –sin demasiada planificación y con el único apoyo de mi desactualizado mapa- nuestra primera rutilla por Tenerife. Santa Cruz está en la parte nor-oriental de la isla, así que decidimos tirar un poco más para arriba (hasta donde llegan las carreteras).


Lo primero que nos encontramos fue con la Playa de las Teresitas, una playa –todo hay que decirlo- un poco cutre, aunque para alguien de Madrid tener una playa a cinco minutos de casa, por muy pequeña que sea, es un lujazo si se compara con los 330 kilómetros de atasco que hay que chuparse para llegar a la Malvarrosa valenciana –otra playa que no es que sea precisamente la reostia, al menos no en mi opinión-.


Playa de las Teresitas (Foto: Auro)

Tras echar unas fotillos decidimos proseguir nuestro camino montaña arriba, adentrándonos en el interior de la isla. Pasados unos minutos daba la sensación de estar subiendo a los Lagos de Covadonga, con rampas muy empinadas y una calzada cada vez más estrecha –algo aún más evidente cuando nos topamos con un autobús-.




Ajustadito, ajustadito (Foto: Auro)

En pocos kilómetros entramos en el Parque Rural de Anaga, una enorme amalgama de montañas desde la que se disfrutaba de unas vistas espectaculares. Enseguida superamos los 1.000 metros de altura, algo que parece increíble cuando apenas has recorrido 10 kilómetros desde el nivel del mar.



Un momento de la ascensión (Foto: Auro)


Cuando nuestro estómago estaba a punto de decir basta a tanta curva y al rápido cambio de altura, decidimos hacer una paradita (ni siquiera en el barco tuve la sensación de marearme tanto). Desde allí se podía ver el mar bañando las costas de uno y otro lado de la isla. Una panorámica muy chula.



Costa occidental de la isla (Foto: Auro)

Tras hacer propósito de regresar a esta parte de la isla para hacer senderismo, cuando nos dé por sacar a relucir nuestra vena más deportista (esto es como lo de hacer dieta, “mañana empezamos”, luego te da pereza y ya sabemos cómo se acaba, en un chiringuito playero disfrutando de papas arrugadas y Arehucas-Cola), tiramos para San Cristóbal de la Laguna, una preciosa ciudad que será motivo del siguiente post.



La isla desde las alturas (Foto:Auro)

En definitiva, y a diferencia de lo que solemos pensar los madrileños, Tenerife –y en general todas las Islas Canarias- no sólo se reduce a sol y playa; de hecho, se podría decir que aquí hay más montaña que playa, al menos por el norte de la isla.

martes, 8 de diciembre de 2009

Mi larga travesía en el Volcán de Tijarafe

Como las cosas han de comenzarse por el principio, paso a describir el largo periplo que me llevó de Madrid a Santa Cruz de Tenerife pasando por Portimao (Portugal peninsular) y Funchal (Madeira, Portugal insular).

Tras ocho horas y algo más de 800 kilómetros de conducción nocturna llegué a Portimao, un pueblo muy del estilo de Benidorm, donde se aprecia que la cercanía del mar animó en su día el ya de por sí animoso mercado inmobiliario.


Foto: Diego (el uruguayo)

Unas cuantas vueltas por el pueblo hasta que un cartel anuncia el lugar al que hay que dirigirse para tomar el Ferry. Allí emerge, en toda su “inmensidad”, el Volcán de Tijarafe, una de las joyas de la flota de Naviera Armas. Sitúo mi coche en la cola (ya había impreso en casa el Boarding Pass) y me echo a dormir, pues al final he llegado con tres horas de antelación.

Cuando despierto, las tres horas se han consumido, no así la cola, que es infinitamente más larga a mis espaldas. Por fin, a las 12.00 (teóricamente la hora límite a la que se podía llegar), los operarios abren la valla para embarcar al Volcán de Tijarafe. En unos minutos, mi coche y yo estamos dentro de un inmenso garaje muy al estilo Carrefour.

Subo unas escaleras y cuál es mi sorpresa cuando aprecio un self-service, una sala de animación, una sala de juegos, unos sillones en los que da la sensación de que se dormirá genial… en fin, que lo primero que pienso es: “Este barco es como el de Vacaciones en el Mar” (así se lo comunico precipitadamente a Auro y mi madre por teléfono).

Foto: Diego (el uruguayo)

Un uruguayo llamado Diego, que luego me acompañaría todo el viaje, me introduce en la realidad: “¿No traes saco de dormir? Pues prepárate a sufrir”. Un sibarita, pienso yo. Pues no, el tío llevaba más de 10 viajes en el Armas y conocía todos los vericuetos de estos barcos, incluida su incomodidad nocturna. Total, que la primera noche, para olvidar. Despierto al día siguiente con dolores y frío por todo el cuerpo.

Aunque no soy el más damnificado, la mayoría de la gente vomita sin parar, especialmente al bajar al garaje y percatarse de lo mucho que se mueve el puñetero barco. Por suerte yo resisto, mi único objetivo es llegar a Madeira, pisar tierra firme, comer en un buen restaurante y tumbarme en un jardincito hasta la hora de salida del barco. Con la compañía del mencionado Diego, eso es lo que hago, punto por punto.

Foto: Diego (el uruguayo)

Funchal es una pequeña ciudad muy del estilo colonial, con cierto encanto, grandes avenidas, casas pintorescas y ese ambiente tan acogedor que suele empapar todo lo portugués. Tras ponernos las botas en una pequeña tasca, nos tiramos en un inmenso parque y observamos desde lejos los cruceros que llegan al puerto. A su lado, el Volcán de Tijarafe pierde todo su esplendor.

Las siete de la tarde es la hora fijada para poner rumbo a Tenerife. En esta ocasión, el Volcán sí cumple el horario y, tal y como nos asegura un simpático operario con un pronunciado acento canario: “Tranquilos yayos, ahora se va a mover mucho menos”. Más razón que un santo, desde Madeira a Tenerife, el camino será un remanso de paz.

Foto: Diego (el uruguayo)

La segunda noche es mucho mejor que la primera. La terapia de recuperación de Madeira ha dado buenos resultados: ya no me duele todo el cuerpo, tengo el estómago lleno y cada vez veo más cercana la llegada a las islas. Diego también es optimista: “Se nota que estamos llegando a Canarias”. Y es que en Madeira se han bajado todos los portugueses que ocupaban el barco (y que, además de muy escandalosos, eran la gran mayoría) y en su lugar ha subido gente que repite ‘panza de burro’, ‘yayo’ y ‘papas’.

A las 6.00 de la mañana amanezco con las luces de Tenerife en el horizonte, ¡por fin! La brisa mañanera me despierta y ya no siento dolor en las piernas ni frío en los huesos, sólo unas increíbles ganas de desembarcar. Preferiría hacerlo a pie, pero tras cuatro días de balanceos no sería justo dejar al pobre Citroen Saxo en el garaje del Volcán de Tijarafe.

Foto: Auro

Tras despedirme de Diego, por fin desembarco en Tenerife. Han sido una noche de conducción y dos días y dos noches de navegación, pero allí estoy, a la hora indicada, casi podría decirse que deseando volver a ese muelle para coger otro Naviera Armas y poder visitar las seis restantes islas que serán mi hogar durante el próximo año.