Entradilla

Las afortunadas Islas Canarias desde una peculiar mirada hacia sus lugares más emblemáticos, su gastronomía, su historia, sus gentes y sus costumbres

martes, 23 de febrero de 2010

Madeira, devastada por las inundaciones

Pese a que ahora de lo que en teoría toca hablar es del recién terminado Carnaval, si hay que elegir entre noticias positivas o negativas, los periodistas siempre optan por las segundas, y yo no voy a ser la excepción.

Madeira estos días (Foto: corresponsal de Chicharros Enlatados)

Más de 40 muertos y 350 familias sin hogar son cifras que hablan por sí solas (no alcanzan a las de Puerto Príncipe, pero es que Portugal no es Haití) de la barbaridad que se ha producido en Madeira, una isla que tuve la oportunidad de visitar hace apenas dos meses y que, la verdad, me pareció muy moderna.

Madeira en diciembre (Foto: Diego el uruguayo)

Desde luego, si las lluvias (por muy torrenciales que hayan sido) han podido provocar tamaña catástrofe en un lugar tan turístico, no es de extrañar que un poco más al sur, en islas como El Hierro, La Gomera o La Palma, los últimos temporales hayan incomunicado durante días a sus habitantes y causado múltiples destrozos. Por fortuna, al menos allí el agua no ha dejado muertos a su paso.

Así era el lujoso y turístico Puerto de Funchal (Foto: Diego el uruguayo)

Y esto no es sólo aplicable a las islas pequeñas, ya que Funchal, la capital de Madeira, ha sido el lugar más afectado, como en Canarias podría serlo Tenerife. Algo que ya se atisvó durante las inundaciones de hace unas semanas o con las tormentillas de la semana pasada, que por poner un ejemplo dejaron mi casa sin luz durante casi 12 horas.

Así quedó el Puerto de Funchal (Foto: corresponsal de Chicharros Enlatados)

En definitiva, no sé si es porque ahora llueve más que nunca, por el cambio climático, por el abandono de estas lejanas islas por parte de sus gobiernos, por la inutilidad de las autoridades regionales y locales o por la mala planificación de las ciudades, pero el caso es que no volveré a extrañarme cuando, al caer cuatro gotas, Tenerife se convierta en una ciudad en la que todo se paraliza.

jueves, 11 de febrero de 2010

El Carnaval, religión oficial de Tenerife

En estos momentos -víspera del Carnaval de Tenerife- recuerdo a un viejo y gran amigo de mis tiempos universitarios -que por fortuna aún conservo-, de procedencia extremeña, concretamente de un pequeño pueblo cacereño llamado Piornal.

Frikis en Tenerife (Foto: Nami Shion)

Recuerdo que era llegar el mes de enero y el pobre hombre no tenía otra cosa en la mente que no fuese Jarramplas -una increíble fiesta pagana que yo tuve el honor de disfrutar un año-. Pasada esta celebración, que si no recuerdo mal siempre tiene lugar los días 19 y 20 de enero, el bueno de mi colega se tiraba todo el resto del año hablando de la susodicha fiesta, enseñando fotos, vídeos, pósters, canciones y todo tipo de motivos relacionados con Jarramplas. Algo que, después descubrimos, no era motivado por una enfermedad, al menos no una individual, ya que en su pueblo todo el mundo vivía estas fiestas con la misma pasión. Podría decirse que más que una celebración, Jarramplas es para los piornalegos una especie de religión.

Don Carnal llega a Santa Cruz

Todo lo anteriormente expuesto viene a colación de una sensación que, en una expresión obviamente infinitamente menor, estoy experimentando yo este año con el Carnaval de Tenerife.
La verdad es que en mi puñetera vida he celebrado el Carnaval y la última vez que me disfracé posiblemente mi cuerpo aún permanecía imberbe. Sin embargo, este año toca 'hacer lo que viere donde fuere', y en Tenerife el Carnaval es una religión comparable al Jarramplas de los piornalegos.

Fidel no va en chándal en Santa Cruz (Foto: Nami Shion)

Basta con haber escuchado hablar sobre esta celebración a algún oriundo para percibir la increíble ilusión con la que aguardan la llegada de Don Carnal. Como en Piornal, niños, adolescentes, jóvenes, cuarentones y abuelos se disfrazan en Carnaval y, según nos han contado, lo dan absolutamente todo (metiéndose de lleno en el papel que cada uno haya decidido interpretar). Hasta tal punto, que no disfrazarse es, simple y llanamente, hacer el ridículo.

Desde hace semanas, las caceroladas y las repletas tiendas de disfraces vienen recordando lo que se avecina, eso que lleva a las empresas tinerfeñas a colgar el cartel de 'cerrado por Carnaval' durante toda una semana. Y es que la fiesta es sagrada.

Donde fueres...

Tanto se escucha acerca del Carnaval y tanta ilusión se percibe por las calles que esta sensación nos ha contagiado y la disfrutaremos (Auro, Jose y yo) a lo grande, con nuestros cutres disfraces, comprados a ultimísima hora en el Alcampo (para más cojones, en uno madrileño) de obispo, cura y monja sexy (a ver qué tal se lleva la secta católica con la religión carnavalesca...).

Otro frikazo, ¡cómo se lo curra la peña! (Foto: Nami Shion)

Dentro de una semana, o dos, cuando la resaca haya pasado, empezarán a circular por aquí imágenes propias y ajenas de lo que ha dado de sí nuestro bautismo en el Carnaval tinerfeño. ¿Conseguirá captarnos esta potente religión?

miércoles, 3 de febrero de 2010

Inundaciones en Tenerife. Dando gracias porque la cosa no llegó a mayores.

Eran poco más de las tres de la tarde, yo acababa de comer y pensaba volver a ponerme a lo mío cuando se empezó a formar el revuelo. Que si habrá que llamar al jefe para decirle que si nos podemos ir, que si me acaba de llamar mi novio que está colapsado en la calle La Salle, que si los de la empresa no sé cuantos se han ido a casa a la una...

Yo, que por la mañana había tenido que salir a hacer una gestión y milagrosamente me había tocado la única media hora en la que no llovió de todo el día, pregunté, inocente de mi: ¿pero qué pasa?

Pues esto era lo que pasaba:


[Inundaciones en Santa Cruz. Foto: Jennifer Rodríguez]

Es lo que tiene currar en un sitio sin ventanas -¿por qué a mi siempre me tocan los zulos?-, que te pones a leer la apasionante historia de la formación geológica de El Hierro y ya se puedo hundir la ciudad que tú ni te enteras.

A pesar de ello, yo secundé sin dudarlo la idea de irnos a casa y, tras el consentimiento del jefe, nos aventuramos a salir a la calle. Allí nos esperaba esto.

 [Foto: Pedro Quesada]

Así que nos remangamos y cada uno a su casa como pudo. Personalmente, yo fui una de las más afortunadas porque sólo tuve que llegar al autobús, que me llevó sana y salva a mi barrio, donde no había ni rastro de estas inundaciones.

Pero antes tuve que llegar a la parada de Guaguas, situada justo enfrente de El Corte Inglés, el cual, por cierto, lucía estupendo a pesar del caos de alrededor, yo no sé cómo sería posible.

[La Avenida Tres de Mayo -donde yo curro-. Foto: Pedro Quesada]

Podría poner muchas imágenes más, pero creo que estas son suficientes para hacerse una idea de cómo fue la situación en la ciudad este lunes. Y dando gracias porque la cosa no llegó a mayores, como aquel nefasto 31 de Marzo de 2002, un trágico domingo de Semana Santa (aquí se conoce  como el 31-M) en el que las riadas arrasaron con todo y causaron la muerte a 9 personas.

Quizás fue por el recuerdo de aquel día por lo que el Gobierno decretó tan rápido la alerta naranja y por lo que todos decidieron irse a casa lo más rápido posible, pero el caso es que probablemente esto evitó males mayores. 

Hoy, miércoles, la ciudad ha amanecido ya en calma. Pero durante todo el día de ayer (que era fiesta oficial en Canarias en honor a la virgen de la Candelaria) no cesaron los trabajos de recogida.

[Labores de recogida. Foto: Pedro Quesada]

Pero no todos viven en la ciudad y hay que recordar que los que se han llevado la peor parte han sido los vecinos de Anaga, una zona al norte de Tenerife a la cual sólo se llega por un carretera y que se han quedado completamente aislados, sin agua ni comida durante dos días

Y por cierto, he escuchado en una televisión 'de la Península' hablar de "cómo bajaban los ríos por Santa Cruz'. Bueno, una apreciación: aquí no hay ríos. Lo que se ve en las imágenses (como la de abajo) son barrancos, inundados por el agua estos días.

[El barranco de Santos, inundado. Foto: Pedro Quesada]



 (En esta foto, del martes, se puede ver ya cómo había bajado el nivel y el barranco volvía a estar casi seco. Tal y como lo he visto yo desde el día que llegué aquí y como ha estdo en los últimos ochos años, desde aquel nefasto día de 2002]



[El barranco de Santos el martes, ya casi seco.
Foto: Pedro Quesada]