Entradilla

Las afortunadas Islas Canarias desde una peculiar mirada hacia sus lugares más emblemáticos, su gastronomía, su historia, sus gentes y sus costumbres

lunes, 4 de enero de 2010

El Hierro, allí donde el mundo empieza

En 1969, Neil Armstrong daba "un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad". El estadounidense había pisado la Luna, algo impensable unas décadas antes (y todavía más impensable 40 años después).



Formas de lava. Foto: Auro


Precisamente en la Luna fue en una de las cosas que más pensé durante mi estancia en El Hierro, una isla que podría definirse como "un pequeño paso para la Naturaleza, pero un gran salto para cualquier hombre".

Y es que esta isla reúne todo aquello que tantas y tantas veces hemos imaginado a través de libros como 'Robinson Crusoe', películas como 'El Lago Azul' o 'King Kong' y series como 'Lost': frondosa vegetación, árboles imposibles, increíbles cascadas, suelos lunares, playas de agua azul celeste, peces de colores, majestuosas montañas y caprichosas calas formadas a partir de lava volcánica... Realmente espectacular.



La fuerza de las olas. Foto: Auro

Lo mejor de todo es que la isla es minúscula y puede recorrerse de punta a punta en 3 ó 4 días (eso sí, con un coche pontente, ya que las cuestas son muy pronunciadas y hay bastantes carreteras sin asfaltar). Se nota que la isla está pensada para el caminante o, como mucho, para el ciclista, ya que cuenta con miles de caminos y senderos y, tal y como nos contó un herreño, sus autoridades siempre han intentado poner freno al turismo masivo.


Atardecer en La Restinga, al sur de El Hierro. Foto: Auro

Esa es otra de las grandezas de esta pequeña porción de tierra de menos de 300 kilómetros cuadrados y apenas 10.000 habitantes: su increíble tranquilidad, ideal para saborear durante unos días toda la magia de la Naturaleza.
La Sabina, un árbol milenario que crece hacia el suelo para protegerse del aire. Foto: Auro

El Hierro fue considerado durante varios siglos el lugar más occidental del planeta. Por tanto, hasta el descubrimiento de América se pensaba que el mundo acababa en El Hierro. Tras visitar la isla, más bien parece que el mundo empieza en El Hierro, o al menos un mundo muy distinto al que conocemos; uno en el que la tranquilidad y la imaginación están por encima de las prisas y el materialismo.

El Faro más al Oeste de Europa, allí donde acababa el mundo. Foto: Auro



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